El Sutil Y Fino Arte Del Flirteo Al Descubierto
Cómo Mejoré Mis Habilidades Para Flirtear En Una Noche
Verás que interactuar con mujeres es mucho más divertido y productivo si dominas el fino arte del flirteo. Yo tuve que luchar muchos años con mi incapacidad para flirtear. Descubrí que o bien era demasiado tímido y hablaba muy poco, o me ponía demasiado agresivo y terminaba ahuyentando a las mujeres.
Una noche descubrí un concepto clave en el flirteo que siempre me había eludido. Una vez que descubrí este sencillo pero a menudo ignorado concepto, no sólo mis interacciones con las mujeres se volvieron más exitosas, sino que además comencé a disfrutarlas más.
En este artículo voy a enseñarles el sutil y fino arte del flirteo.
El Sutil Y Fino Arte Del Flirteo
El flirteo es un lenguaje secreto. Realmente lo es.
Pero es un lenguaje universal que rápidamente se interpreta como lo que es. Y la persona que lo interprete puede escoger unirse en esta forma de comunicación o rechazarla.
El secreto para que siempre acepten tus flirteos es, simplemente, hacerlos divertidos. No sólo hacerlos divertidos, sino irresistiblemente divertidos y satisfactorios. La mayoría de las interacciones son mundanas, aburridas, o directamente incómodas… así que si posees la capacidad de hacer una interacción divertida, las mujeres harán fila para comunicarse contigo.
Cómo mejoré mis capacidades para flirtear en una noche
Una noche descubrí que hay tres factores clave que llevaron rápidamente mi juego al siguiente nivel.
- Elegir el momento adecuado
- Sutileza
- Expresiones faciales y miradas
Los aspectos básicos detrás del flirteo han sido bien enseñados y documentados. La premisa es que hay que ponerse juguetón con la chica. Casi inmaduro. Idealmente, estarás intentando sacar a la luz esa niñita juguetona que tiene adentro suyo.
Pero se debe hacer todo esto sin llamar la atención sobre lo que sucede. Es como un grácil y elegante baile. Y cuanto más delicado seas, más se involucrará la chica en el baile.
Yo solía fracasar porque mi baile era torpe. Nunca podía compenetrarme en el ritmo del flirteo. Pensaba demasiado en eso. Solía esforzarme demasiado por decir algo ingenioso. Intentaba bromear con la chica, pero terminaba insultándola. Cuando una mujer se ponía juguetona conmigo, yo arruinaba la tensión y el suspenso del momento por telegrafiarle de inmediato mi interés.
Hasta que una noche lo entendí.
Me di cuenta que una mirada sutil en el momento apropiado dice más que cualquier palabra.
Cómo sucedió
Estaba parado detrás de una mujer extremadamente hermosa, esperando poder pedir una bebida. Ella estaba bebiendo algo con un sorbete. Algo la hizo reír, sopló adentro del vaso, y me volcó toda la bebida encima.
Yo quería hablar con esta chica, así que me puse a buscar desesperadamente algo ingenioso que decir. No se me ocurrió nada.
Así que en vez de forzar algo incómodo o que no hubiera sido divertido, esperé el momento exacto en el que miró y que se cruzaron nuestras miradas, y simplemente sacudí mi cabeza como diciendo “No puedo llevarte a ningún lugar”.
En ese instante aprendí el primero de los tres factores: elegir el momento adecuado.
Toda interacción tiene un ritmo. Y una vez que aprendas a sintonizarte con el ritmo de la interacción, parecerá que tu inteligencia social se eleva hasta el cielo. Los grandes comediantes dominan el arte del momento oportuno. Renta algún video de alguno de ellos, y estudia cómo escogen el momento.
Cuando esa mujer en el bar derramó su bebida, esperé el momento adecuado. No me apresuré para hacer un comentario, lo que hubiera hecho que mi interés se volviera demasiado evidente. Y no esperé hasta más tarde para usarlo como una broma. Simplemente esperé el momento inevitable en el que se cruzarían nuestras miradas, y sutilmente sacudí mi cabeza. Ella se sonrió.
Y así comenzó el baile.
Luego ella volvió con sus amigas y comenzó a conversar con ellas. Yo me apretujé para pedirme una bebida. Mi mente, entrenada para cometer los mismos errores de siempre, seguía trabajando para encontrar algo ingenioso con lo que continuar la conversación.
Mientras el cantinero me daba la bebida, una de sus amigas giró y me hizo una pregunta. Cuando miré hacia el grupo de las tres chicas dije algo que las hizo reír. Luego crucé la mirada con la chica que me interesaba, y le di una mirada sutil que decía “no lo derrames esta vez”.
Ese es el segundo factor: sutileza.
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Hubiera sido más fácil hacer un gran escándalo y decir algo como “no derrames”. Y hubiera estado bien. Pero la sub-comunicación tácita es siempre más poderosa que las palabras pronunciadas. Al dejar que las cosas queden sin decir estarás casi creando una broma interna que sólo ustedes dos entienden. También le estarás demostrando que estás en sintonía con su longitud de onda.
La chica estaba un poco entonada. No totalmente borracha, pero sí lo suficiente como para que se diera cuenta. Más adelante en la conversación, comenzó a contarme una historia sobre algo que le había sucedido la noche anterior. Se excitó con la historia, y hablaba bastante rápido. Se le trabaron una o dos palabras.
Luego le hice algo similar a la elevación de ceja que hace The Rock. No una elevación descarada, sino una mirada que decía “me perdiste allí, linda”.
Entonces ella me golpeó el pecho y dijo “detente”.
Y comenzó.
El último factor es la expresión facial y las miradas. Son cruciales en la sub-comunicación. Una expresión facial adecuada en el momento oportuno dice mil veces más que cualquier cosa con la que podrías llenar el silencio.
Una vez más, observa a los mejores comediantes. Ellos saben cómo usar sus expresiones faciales para generar risas.
El objeto de estos tres factores es bromear con ella, ponerse juguetón y flirtear, todo mediante la sub-comunicación.
Y luego continúa acumulando tensión. Cuanta más tensión acumules, más poderosa será la conexión entre ambos.
Verás que una vez que hayas dominado estos tres factores, y es algo que se puede hacer en una noche, comenzarás a comprender el fino ritmo del flirteo.
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